Sobre el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas

 

03/04/2022. El abordaje y la caracterización del uso de las drogas y del consumo ilícito conforma a lo largo de la historia una temática diversa y compleja. Visto el tema desde el accionar de la gran mayoría de los gobiernos y el poder económico, la temática se torna  además cambiante, ambigua e hipócrita.

El uso de sustancias de este tipo está presente en las diferentes culturas desde los albores de la humanidad.  Las convenciones actuales establecen que una droga es una sustancia que altera el funcionamiento normal del organismo una vez que entra en contacto con él. Las drogas ilegales, a las que va dirigida la política antidrogas en casi todo el mundo son: marihuana, cocaína y su derivado (crack), metanfetamina, MDMA (éxtasis), LSD, heroína y medicamentos sin prescripción médica. 

Desde una perspectiva histórica reciente, algunos hechos ilustran lo cambiante que han sido los marcos  legales  e ilegales en el uso de drogas.  En el Siglo XIX entre los años 1839 y 1860 se libraron las llamadas "Guerras del Opio", encabezadas por Gran Bretaña, con participación de Francia ambas confrontando con China. Los gobiernos de los dos  imperios europeos , fomentaron el contrabando de opio que producido en India,  se introducía clandestinamente en tierras chinas. Ambos gobiernos europeos convertidos en verdaderos estados narcotraficantes, se asentaron en gran parte del Lejano Oriente, creando nuevas colonias y tomando posiciones de poder comercial, militar y financiero ( fundaron el banco HSBC agilizando el comercio narco), legalizando luego totalmente el uso del  opio y su comercio en la región, por un largo tiempo.

Casi un siglo atrás,  el  abordaje sobre el consumo  de drogas y su legalidad era en algunos casos inverso al de hoy. Por ejemplo en EE.UU, la heroína se vendía en farmacias a la par de la aspirina. La comercialización del alcohol  fue posteriormente prohibida y se persiguió su producción por un tiempo dentro de la denominada "ley seca" (1920-1933). 

En ese siglo XX se comprobó el uso asiduo de drogas por parte de los estados en los conflictos bélicos. Por ejemplo en la Segunda Guerra Mundial, se verificó la utilización por parte del ejército alemán de píldoras de anfetaminas (Pervitin) a lo largo de todo el conflicto. En el bando Occidental de "los aliados",  se pudo constatar, el dopaje a sus soldados con otra metanfetamina (Benzedrine). 

Antes y después de esta guerra, las drogas se utilizaron en los conflictos bélicos para mantener más activos y en vigilia a las tropas, para habilitarlas en todo tipo de crímenes que  difícilmente cometerían en condiciones no alteradas de conciencia. En el caso de la guerra en Vietnam, el consumo de los efectivos militares de EEUU, ha quedado extensamente expuesto y documentado. Para 1972 se estimaba que el 60% del cuerpo expedicionario norteamericano destinado en Vietnam fumaba marihuana tailandesa y el 20% usaba regularmente heroína.

En cuanto a la legalidad, se observa que ninguna droga desapareció o dejó de consumirse debido al hecho de prohibirse, al contrario con la  prohibición y la represión se tiende más a consumos compulsivos. Los resultados de la aplicación en EEUU de la ya mencionada "Ley Seca" hace un siglo atrás,  puso en claro que los alcohólicos no disminuyeron por la represión, creándose además, un circuito clandestino que aumentó la violencia, y mino de corrupción las instituciones supuestamente destinadas a su control.

La comprobación del involucramiento directo de gobiernos en el narcotráfico ha quedado expuesto a veces escandalosamente, como a mediados de los años 80 del siglo pasado, cuando desde altos cargos del gobierno de los Estados Unidos, bajo la presidencia de Ronald Reagan, se utilizó el narcotráfico para financiar a  grupos de insurgentes terroristas nicaragüenses conocidos como "La Contra", que se oponían al gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua. 

Actualmente el tema del tráfico y uso indebido de drogas ocupa un lugar destacado en las agendas internacionales y es supuestamente una de las prioridades en las políticas públicas de gran parte de los estados nacionales. La llamada "guerra contra el narcotráfico"  es utilizada para llevar adelante intereses geopolíticos, como  la injerencia en asuntos internos de ciertas naciones o la irrupción en la vida privada de las poblaciones.

Según el informe del año 2020 de ONUDC (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) el consumo de psicoactivos es constante pese a que el gasto de "la guerra contra las drogas" no ha dejado de crecer desde comienzos de los años 70 ́s, cuando empezó esta campaña desde los EE.UU. con la creación de la Drug Enforcement Administration, (DEA). Este enfoque vigente hasta el día de hoy, se ha orientado a la persecución de la producción, comercio y consumo de ciertas sustancias psicoactivas, a las que se atribuye el estatus legal de drogas prohibidas, 

Actualmente se desconoce desde los organismos internacionales cuál ha sido el impacto de la pandemia en materia de consumo y tráfico de drogas. 

Desde la  ONUDC  se estima que  luego de  la crisis económica de 2008, buena parte de los consumidores en occidente, comenzaron a buscar sustancias sintéticas más  baratas y se produjo un cambio en los hábitos de consumo en favor de las drogas inyectables. Al mismo tiempo numerosos gobiernos  recortaron los presupuestos relacionados con la prevención, el control del consumo y el tráfico de drogas. Las operaciones de incautación y cooperación internacional han pasado cada vez más a un segundo plano, facilitando el tráfico.

Los informes de ONUDC,  sostienen que el consumo frecuente de drogas  ha ido en aumento en todo el mundo.  En 2009, la cifra estimada fue de 210 millones de consumidores frecuentes que representaban el 4,8 % de la población mundial de 15 a 64 años, frente a los 269 millones de consumidores estimados  en 2018,  que representaron el 5,3 % de la población entre esas edades.

El consumo es proporcionalmente mayor en los adolescentes y los adultos jóvenes, y  es más extendido en los países desarrollados  El consumo de ciertas sustancias relacionadas con las regiones más ricas del mundo, es evidente en el caso de algunas drogas como la cocaína.

El consumo ilícito ha ido aumentando su complejidad con la aparición de nuevos opioides  y el surgimiento de cientos de drogas de síntesis química, las cuales mayoritariamente no están sujetas a fiscalización internacional. En América del Norte, los fentanilos se utilizan tanto como adulterantes de la heroína y de otras drogas (como la cocaína y la metanfetamina) como para falsificar fármacos opioides.

Otras variables que dan mayor comprensión al tema y que no son profundizadas en los informes de ONUDC las aporta el rol combinado del sistema financiero,  los medios de comunicación, los gobiernos y los sistemas jurídicos.

En vastas regiones del planeta occidentalizadas, existe lo que se puede denominar "criminología mediática". Este enfoque se apoya en el llamado neopunitivismo irradiado desde EEUU, orientado a criminalizar a ciertos grupos humanos de oprimidos a quienes se los convierte en "chivos expiatorios". Poblaciones empobrecidas y marginadas, minorías étnicas,  inmigrantes, grupos sexualmente diversos,  están expuestos a los estigmas, la discriminación y la condena, donde los medios de comunicación amplifican esa mirada y ese accionar institucional.

Esta óptica aplicada al consumo y al tráfico de drogas construye los estereotipos de buenos y malos, de decentes e indecentes, de puros e impuros.  

Policías, jueces, magistrados, fiscales, catedráticos, criminólogos, periodistas y comunicadores apuntan a ciertos sectores de oprimidos reprimiendo, estigmatizandolos, no ocupándose del consumo de los sectores de la clase dominante, haciendo poco y nada realmente contra el Gran Tráfico. 

Curiosamente en la actualidad, no hay momento en vastas zonas urbanas del planeta, donde una cámara no nos esté registrando en cuanto salimos de nuestra vivienda o no hay lugar que no pueda ser observado con claridad desde un satélite. 

Curiosamente las mismas instituciones ( poder judicial, policía, ministerios, etc)  no pueden siquiera controlar el uso y tráfico  en la mayoría de las cárceles que tienen bajo un supuesto absoluto control. 

Los datos verificados, referidos al extendido consumo de drogas en los establecimientos penitenciarios, y la actual capacidad satelital, y de otros artefactos como drones, nos debería generar una pausada reflexión.  Si en las cárceles que son edificios construidos especialmente para el control de las personas, las instituciones  no pueden ( o no quieren) evitar el tráfico y el consumo ¿ qué tipo de control realmente pueden o quieren hacer fuera de esos recintos?

Esta inoperancia no es algo accidental, al contrario estas "fallas del sistema", exponen groseramente la  trama cómplice, entre sistema financiero, medios de comunicación, poder político y poder  jurídico, que  se puede sintetizar en lo que se ha llamado "narco capitalismo". Término que hace referencia al proceso completo en red,  de producción, transporte, distribución, venta, e ingreso del dinero narco al sistema financiero oficial .

Las y los humanistas  desde los años 60 cuando surgieron los primeros grupos de nuestro humanismo universalista, afirmamos que el tema de las drogas,  no debe afrontarse desde el oscurantismo, promoviendo  la represión y la penalización a los consumidores,  tampoco debe abordarse desde el hedonismo y la incitación al consumo. 

Sostenemos que las drogas son una falsa puerta (fomentada por las mismas cúpulas del sistema), especialmente para las nuevas generaciones cuando tratan  de expresar, soportar o fugarse del descontento y desencaje con un sistema socio-cultural violento. 

Un sistema socio-cultural que no ofrece valores y acciones que estimulen los mejores sentimientos humanos. Un sistema donde "sobran las personas", un sistema que le cierra el futuro a amplios sectores juveniles. Un sistema que impide una vida digna, donde las drogas cumplen con la función  escapista hacia la fuga de la realidad

El ser humano ha crecido lo suficiente para dar un salto dejando atrás la prehistoria humana, no  parece para nada útil, el supuesto aporte liberador que proviene del consumo de las diferentes tipos de sustancias que venimos mencionando. En el contexto de los antivalores que se fomentan desde las cúpulas de nuestras sociedades, el supuesto uso recreativo, frecuentemente se transforma en abuso y dependencia.

Las y los humanistas sostenemos que el desarrollo que necesitamos para dar un salto evolutivo de conciencia, pasa en parte por el manejo propio de sí mismo apoyado en el autoconocimiento  y la autoconciencia personal. 

Para eso es necesario, tratar de hacer coincidir lo que se piensa, con lo que se siente y se hace. Esa coherencia con uno mismo debemos genuinamente intentar llevarla al mundo de los otros, tratando a los demás como queremos ser tratados. En nuestra Federación de partidos humanistas, este trabajo sobre nosotros mismos, lo llamamos " trabajo personal" y forma parte de las prácticas que con permanencia acometemos dentro de lo que llamamos, trabajar por un cambio personal en función de la transformación social.  

En un pasaje de nuestra histórica declaración hecha en el año 1997 sobre el 1 de Mayo decimos:  "...uniré a mis seres queridos, a mis amigos y a mis compañeros. Afirmaré los valores de mi pueblo y despreciaré la decadencia espiritual de los poderosos. Afirmaré la lucidez y despreciaré la droga, el alcohol y la propaganda de los decadentes. Afirmaré la valentía, la compasión y la solidaridad y despreciaré la cobardía, la insensibilidad y la violencia de los poderosos..."

Es bajo estas valoraciones, prácticas y contextos que las y los humanistas,  invitamos a las nuevas generaciones, a eludir las falsas salidas que propone el sistema socio-cultural actual y poner como una prioridad y una real alternativa, el trabajo permanente sobre nosotros mismos, para transformar y humanizar la sociedad.


Equipo de Coordinación Partido Humanista Internacional.