
Un clamor humanista por la justicia global
Con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil - 12 de junio – las y los humanistas alzamos nuestras voces de indignación y esperanza ante una realidad que avergüenza a la humanidad: más de 160 millones de niños, según la OIT y Unicef (2021), están sometidos al trabajo infantil en todo el mundo. De ellos, más de la mitad se encuentran en situaciones peligrosas, privados de infancia, salud, educación y dignidad. En pleno siglo XXI, esta tragedia persiste en todas las regiones del planeta, reflejo de estructuras económicas injustas, desigualdades extremas, colonialismo persistente y un modelo de desarrollo que antepone el beneficio a la vida.
Un mal global con rostros locales: La explotación del trabajo infantil no es un fenómeno aislado. Se manifiesta en los cinco continentes, adoptando formas diferentes, pero con la misma base: vulnerabilidad socioeconómica e indiferencia política.
África: El continente con la mayor tasa de trabajo infantil. Según el informe OIT/Unicef (2021), 1 de cada 5 niños africanos trabaja. En Burkina Faso y Mali, por ejemplo, miles de niños trabajan en minas de oro artesanales, expuestos a productos tóxicos como el mercurio. Human Rights Watch ha documentado que muchos de estos niños tienen menos de 12 años, respiran polvo tóxico y corren el riesgo de morir por desprendimientos de tierra. Según la Organización Internacional del Trabajo hay unos 40 mil niños en el Congo son explotados en un trabajo que podría causarles la muerte en las minas de cobalto o el coltán, un material imprescindible para la fabricación de los teléfonos móviles, a cambio de una remuneración de 1 a 2 dólares al día.
Asia: En India y Bangladesh se explota a los niños en fábricas textiles, curtidurías y talleres clandestinos. En Dhaka, la capital de Bangladesh, una investigación de The Guardian (2020) reveló que niños de entre 10 y 14 años trabajan hasta 14 horas diarias en la confección de ropa para marcas internacionales. Muchas de ellas son hijas de refugiados rohingya, sin acceso a la escuela ni protección legal.
Europa: Aunque menos frecuente, el trabajo infantil también se da en Europa, especialmente entre las poblaciones migrantes. En Italia, una investigación de la ONG Terre des Hommes (2022) reveló niños explotados en el sector agrícola del sur del país, que trabajan en condiciones similares a la esclavitud, especialmente en plantaciones de tomates destinados a la exportación.
América: En América Latina, el trabajo infantil afecta a unos 10,5 millones de niños. En Brasil, los datos del IBGE (2023) indican que alrededor de 1,3 millones de niños y adolescentes de entre 5 y 17 años siguen trabajando, sobre todo en el campo y en actividades urbanas informales. En México, los niños indígenas son explotados en ferias y plantaciones agrícolas, bajo el silencio institucional.
Oceanía: Aunque menos visible, el trabajo infantil persiste entre las comunidades aborígenes de Australia y en países del Pacífico como Papúa Nueva Guinea. El Instituto Australiano de Salud y Bienestar (2021) señaló que los niños de estas comunidades suelen participar en trabajos domésticos forzados y en el comercio informal.
Las raíces estructurales de la explotación.
Las y los humanistas entienden el trabajo infantil no como un fallo puntual, sino como la expresión de un sistema global desigual. La pobreza, la exclusión educativa, los conflictos armados, el tráfico de seres humanos, la negligencia estatal y el consumismo promovido por las grandes corporaciones alimentan esta lacra. Las empresas globales que externalizan la producción a países sin la debida supervisión se benefician directamente de la explotación infantil, y rara vez rinden cuentas.
Además, hay que desacreditar el discurso neoliberal que justifica cualquier forma de entrada precoz en el mercado como "necesaria" o "inevitable". La supuesta "ayuda" del niño a los ingresos familiares es en realidad el resultado de la incapacidad del Estado para garantizar una vida digna a las familias.
Un llamamiento a la acción humanista.
Las y los humanistas proponemos una lucha radical y articulada contra el trabajo infantil, centrada en la dignidad humana y el desarrollo. La erradicación no se logrará sólo con campañas de sensibilización, sino con cambios profundos en las políticas económicas, educativas y sociales.
Propuestas Humanistas para la Erradicación del Trabajo Infantil:
1. Renta básica universal y políticas de transferencias monetarias directas para las familias vulnerables, garantizando que ningún niño tenga que trabajar para sobrevivir.
2. Educación pública gratuita, de calidad y de tiempo completo, con programas de alimentación, transporte y apoyo psicosocial, especialmente en zonas rurales y periferias urbanas.
3. Responsabilidad legal y económica para las empresas que se benefician de cadenas de producción con trabajo infantil. Los tratados internacionales deben imponer la trazabilidad obligatoria y sanciones efectivas.
4. Acuerdos internacionales vinculantes entre países productores y consumidores para garantizar que los productos procedentes del trabajo infantil sean prohibidos en el comercio mundial.
5. Combatir el tráfico de niños y la migración forzosa, con especial atención a las poblaciones indígenas, refugiados y comunidades marginadas, que son objetivos principales de explotación.
6. Fortalecer los sindicatos y movimientos sociales que trabajan para proteger los derechos de la infancia y denunciar los abusos, con financiación pública y protección jurídica.
7. Campañas masivas de valoración de la infancia, promoviendo una cultura del cuidado, la empatía y la no violencia, combatiendo el ciclo de naturalización del trabajo infantil.
Una lucha que requiere solidaridad internacional, la lucha contra el trabajo infantil requiere una perspectiva y solidaridad global. Ninguna nación será verdaderamente desarrollada mientras permita que sus niños sean tratados como mano de obra barata. La justicia social no se mide sólo por el PIB, sino por cómo tratamos a los más vulnerables.
El Día Mundial contra el Trabajo Infantil debe ser más que un símbolo, debe ser un grito de insurrección moral. Las y los humanistas se unen a este grito con una llamada a la humanidad: no podemos seguir aceptando la normalización del dolor, la explotación y el abandono. Todos los niños tienen derecho a la infancia, al juego, a la escuela, a la salud y a la esperanza.
Como dijo Silo, el fundador del Humanismo Universalista, "Nada por encima del ser humano, y ningún ser humano por debajo de otro". Aplicar esta máxima solidaridad moral a la infancia, es el primer paso hacia un mundo justo.
Equipo de Coordinación Internacional de la Federación Internacional de Partidos Humanistas.
12 de junio 2025
Fuentes consultadas:
-OIT y UNICEF. Trabajo infantil: Estimaciones mundiales 2020, tendencias y camino a seguir. Junio de 2021.
-Human Rights Watch. Dangerous Gold Mining in Burkina Faso. 2022.
-The Guardian. Niños de Bangladesh explotados en talleres clandestinos. 2020.
-Terre des Hommes. Trabajo infantil agrícola en Italia. 2022.
-IBGE. Encuesta Nacional Continua por Hogares (PNAD Contínua). 2023.
-AIHW (Instituto Australiano de Salud y Bienestar). Informe sobre el bienestar de los niños indígenas. 2021.