Día Mundial del Medio Ambiente

 

Declaración del Partido Humanista Internacional con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente

 

Hoy, en el Día Mundial del Medio Ambiente, nos dirigimos a los pueblos del mundo con un mensaje urgente, claro y transformador. Más que una fecha simbólica, este día nos invita a la acción profunda y a la reflexión crítica sobre el estado de nuestro planeta. Y es con este espíritu que queremos denunciar, sin rodeos, a los verdaderos responsables de la devastación ecológica que nos azota: el modelo neoliberal y las grandes corporaciones que, bajo su lógica, priorizan el lucro sobre la vida.

La falsa neutralidad de la degradación.

En los discursos oficiales, se repite que la «humanidad» es responsable de la crisis ambiental. Pero esta formulación genérica oculta las evidentes diferencias de responsabilidad entre sectores sociales y actores históricos. No es la humanidad en su conjunto la que extrae los recursos naturales hasta el agotamiento, la que contamina los océanos con petróleo, la que envenena el suelo con pesticidas, la que deforesta los bosques para alimentar las cadenas industriales globales. Son las corporaciones transnacionales —protegidas por gobiernos cómplices y sostenidas por un modelo económico neoliberal— las que han destruido sistemáticamente los ecosistemas del planeta.

Este modelo se centra en una idea perversa del desarrollo: crecimiento infinito en un planeta finito, con una racionalidad que subordina todo —incluida la vida humana y los ciclos naturales— a la lógica del mercado. La explotación de la naturaleza con fines económicos, la privatización del agua, la mercantilización de los bienes comunes y la impunidad de los delitos ambientales demuestran la incompatibilidad del neoliberalismo con la sostenibilidad ecológica y la dignidad humana.

Crítica humanista

La ecología social, el marco ético y filosófico que nos guía en este ámbito, no se limita a la denuncia. Proponemos una profunda reconfiguración de la relación entre los seres humanos y la naturaleza, cuestionando el paradigma dominante que ve la Tierra como un objeto de explotación. Los seres humanos no somos dueños de la naturaleza, sino parte inseparable de ella. Humanizar la Tierra significa superar la dicotomía entre cultura y naturaleza, entre progreso técnico y valores humanos, entre desarrollo y cuidado.

Esta visión pone en debate no sólo los impactos visibles de la destrucción ambiental —como la pérdida de biodiversidad, el colapso climático y la desertificación— sino también los mecanismos invisibles que los producen: las estructuras de poder económico, la desigualdad global, el extractivismo voraz y el consumismo promovido por un sistema que transforma todo en mercancía.

El papel de las corporaciones

La historia reciente demuestra que las grandes corporaciones transnacionales, especialmente las de los sectores energético, minero, agroindustrial y químico, son las mayores emisoras de gases de efecto invernadero, las principales causas de la deforestación, la contaminación y el desplazamiento forzado de comunidades enteras. Y cuando hablamos de "responsabilidad corporativa", no nos referimos a campañas de lavado de imagen ni a falsas promesas de "neutralidad de carbono", sino a la necesidad de frenar sus acciones depredadoras y exigirles responsabilidades legales por sus delitos.

Estas corporaciones, con la complicidad de Estados dominados por intereses privados, actúan con violencia institucionalizada, amenazando a defensores del medio ambiente, comunidades indígenas y trabajadores rurales. Utilizan su poder para obstaculizar la legislación ambiental, manipular el debate público y perpetuar un modelo de explotación que socava el futuro de las futuras generaciones.

Resistencia

Los países de África, Latinoamérica y Asia son territorios estratégicos en esta disputa ecológica. No solo por sus riquezas naturales —sus bosques, aguas, biodiversidad—, sino por ser escenario de resistencia histórica, de pueblos que luchan por defender sus territorios y formas de vida. Sin embargo, también son una región víctima del colonialismo y del neocolonialismo donde se experimentan voraces proyectos extractivos, con el apoyo de la banca internacional y acuerdos comerciales que priorizan los intereses de las élites locales y extranjeras.

Como denunciaron activistas humanistas de países de esas regiones, los gobiernos de esos países suelen ceder a la presión de las industrias minera, agroindustrial y de combustibles fósiles, poniendo en riesgo el equilibrio ecológico y los derechos de los pueblos originarios. Revertir esta situación requiere valentía política y compromiso ético con un nuevo modelo de civilización.

Ante este escenario, las y los humanistas proponemos:

  1. Descolonización ecológica: reconocer y valorar los conocimientos y formas de vida ancestrales de los pueblos indígenas, que históricamente han protegido los biomas con armonía y respeto a la naturaleza.
  2. Fin al extractivismo depredador: establecer moratorias a la minería a cielo abierto, el fracking y las actividades intensivas de monocultivo que agotan los suelos y envenenan el agua.
  3. La transición justa y solidaria: migrar hacia un modelo energético limpio y descentralizado, con justicia ambiental e inclusión social, sin dejar atrás a las poblaciones vulnerables.
  4. Educación ambiental transformadora: fomentar una cultura que promueva la empatía, el cuidado, la cooperación y la percepción de la Tierra como nuestro hogar común.
  5. Justicia eco ambiental internacional: crear mecanismos vinculantes para responsabilizar legalmente a las empresas transnacionales por el daño ambiental en cualquier parte del mundo.
  6. Democratización de los bienes comunes: garantizar que el agua, los bosques, las semillas y los recursos naturales sean gestionados colectivamente y se protejan de la privatización.

Un nuevo horizonte

El desastre ecológico-social no es una catástrofe natural inevitable. Es el resultado de decisiones políticas y económicas. Y, como tal, puede transformarse. Esto requiere romper con el fatalismo dominante, abandonar la creencia de que el crecimiento económico puede ser infinito y construir un nuevo paradigma basado en el bienestar integral, la solidaridad planetaria y el cuidado de la vida en todas sus formas.

En este Día Mundial del Medio Ambiente, hacemos un llamamiento a todas las organizaciones, movimientos y personas comprometidas con la vida a unirse en un amplio frente eco social. Que superemos el miedo, la indiferencia y el individualismo. Que transformemos nuestra indignación en acción.

La Tierra clama. La juventud ya está en marcha. El pueblo se alza. Y nosotros, las y los humanistas, seguiremos diciendo: no habrá justicia social sin justicia ambiental. Y no habrá justicia ambiental mientras el lucro de unos pocos prevalezca sobre el derecho de todos a vivir con dignidad en este planeta.

Humanicemos la Tierra.

 

Equipo de Coordinación Internacional de la Federación Internacional de los Partidos Humanistas
5 de junio de 2025