Es impostergable hacer efectiva la salud como derecho humano
Desde las primeras civilizaciones hasta la actual planetaria, sanadores, científicos y estudiosos han contribuido enormemente a que retroceda el dolor de la enfermedad y el sufrimiento que deriva de ella, dejando un caudal de conocimientos que continúan desarrollándose.
En 1948, la Asamblea Mundial de la Salud proclamó el 7 de abril como el Día Mundial de la Salud, fecha escogida en conmemoración a la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ese año la OMS definió el concepto de salud de esta manera: "La salud es un estado de bienestar físico, mental y social completo, y no meramente la ausencia del mal o la enfermedad".
En el siglo pasado la declaración de Alma-Ata (1978) y la carta de Ottawa (1986), establecieron un cambio de paradigma bajo el desarrollo de la Promoción en Salud; convocando a la comunidad internacional en torno al objetivo de: “ salud para todos en el año 2000". Se propusieron cinco estrategias fundamentales: 1) políticas de salud pública adecuadas; 2) crear entornos saludables; 3) reforzar la acción comunitaria; 4) desarrollar aptitudes personales educando para la salud y 5) reorientación de los servicios sanitarios.
Se declaró que las mejoras de la salud deben basarse en: paz, educación, vivienda, alimentación, salarios dignos, ecosistema estable, justicia social y equidad. Se remarcó que lo anterior requiere una acción coordinada de gobiernos, personal sanitario, sectores sociales, económicos, gobiernos locales, industrias y medios de comunicación.
35 años después, se mantiene la vigencia de esas aspiraciones y se pone énfasis en el empoderamiento en salud, con la pretensión de que los pacientes ejerzan un pensamiento crítico, estén altamente informados, y tengan la capacidad de decidir en la gestión de su propia salud. Los objetivos centrales de las campañas de la OMS declaman la intención de llegar con la sanidad a todos los rincones del planeta. La celebración 2021, invita a unirnos en una nueva campaña para "construir un mundo más justo y saludable".
Pero entre las aspiraciones y las realidades hay una enorme distancia.
El estado de la ciencia en las múltiples ramas ligadas a la salud está hace décadas en condiciones de eliminar o de llevar al mínimo perjuicio la mayoría de las enfermedades que siguen generando dolor, que conducen a muertes prematuras, que evitan lograr masivamente una longevidad muy superior a la que conocemos hoy.
El estado actual del desarrollo de la salud necesitamos analizarlo situacionalmente dentro de un sistema mayor que tiene como principales protagonistas a tres actores centrales del antihumanismo: 1 la centralidad del dinero como valor central , que a través del sistema financiero direcciona a la gran industria farmacéutica de capital privado cuyo interés principal es el lucro y no otro. 2 la absurda existencia del complejo militar-industrial, que despilfarra enormes cantidades de recursos materiales y humanos en dirección a la generación de más dolor y más sufrimiento. 3 una cultura materialista que desde sus cúpulas depreda el medio ambiente natural-social, fomentando el consumo suntuoso, incentiva la producción con obsolescencia programada y naturaliza las diferentes formas de violencia.
Esta cultura materialista del "dios dinero" orienta el vaciamiento del verdadero sentido que tiene la ciencia, convirtiéndola en tecnología para el rédito en términos del negocio del capital privado .
Al mismo tiempo, buena parte de los avances se deben al desarrollo de las ciencias básicas y las ramas específicas ligadas a la medicina que financian a los estados nacionales con aportes de toda la población.
Es cierto que comparados con décadas y siglos atrás, la humanidad ha avanzado enormemente en materia sanitaria, pero eso ocurre a pesar del capitalismo y no gracias a él. Ha mejorado la esperanza de vida y se han reducido algunas de las causas de muerte más comunes asociadas con la mortalidad materno-infantil, con la higiene y las enfermedades infecciosas.
A pesar de ello la realidad sanitaria a nivel mundial muestra desigualdades y violencias monstruosas. Las cifras de todo tipo disponibles abruman, citamos apenas algunas.
La tuberculosis (TBC) es una de las principales causas de muerte en el mundo. La primera entre las personas infectadas por el HIV y entre las enfermedades relacionadas con la resistencia a los antibióticos. En 2018 se estimaron unos 10 millones de casos nuevos (1,1 millones niños) murieron ese año 1,5 millones de personas por TBC.
Cada año mueren más de dos millones de niños (casi 8.000 por día) por desnutrición severa, deshidratación y enfermedades que estos factores favorecen (diarreas, rubéola, malarias, TBC) . El hambre y la falta de acceso al agua siguen siendo la mayor amenaza para la salud de los habitantes de buena parte del mundo.
La esperanza de vida en años por países es otro indicador de la desigualdad: Japón( 84 ) España( 83), Mozambique (60), República Centroafricana (54), la desnutrición severa y la falta de higiene explican en gran medida las diferencias.
EE.UU está a la vanguardia de otro problema de salud ligado a la alimentación: la obesidad; que en los países ricos afecta a unas 500 millones de personas. En los países pobres escasea la comida, en los países ricos los pobres comen mucha comida pobre en calidad (grasas, azúcar, sal). La brecha en la esperanza de vida en los EE.UU entre el 1% de la población más rica y el 1% más pobre es de 15 años a favor de los primeros.
Si hablamos del gasto público en euros en salud por habitante al año y por país en 2018 se estimó en unos 8.400 en EE.UU, en Francia 3.300, en Argentina 840; en Colombia 310; en Haití 7, en Níger 5.
Al gran capital privado no le interesa ni la curación definitiva ni la atención primaria en salud, le conviene la cronificación de la enfermedad, que permite mayores ganancias.
El sistema actual de salud lucrativo y buena parte del sector público, se centra en la atención médica y no es visto de un modo integral. No se orienta a la prevención de la enfermedad, sino a la asistencia y a la rehabilitación cuando la enfermedad ya está instalada.
En nuestra federación de partidos humanistas comprendemos a la salud como un bien social, basado en un estado de bienestar y armonía de los individuos entre sí, las comunidades y los pueblos.
Es un estado opuesto al dolor y al sufrimiento que genera la enfermedad. La Salud es un derecho humano y social impostergable e indelegable de la gestión Estatal (descentralizada y desburocratizada) y del involucramiento directo de los pueblos, esto último es central para los cambios. La población puede articular su participación a través de cuerpos de voluntarios involucrados en la planificación, ejecución, monitoreo y evaluación que garanticen que el sistema de salud funcione para toda la población, última destinataria del mismo.
Todo ser humano que carece de óptimas condiciones y oportunidades para expresar un profundo proyecto de vida que lo humanice, no puede estar en las mejores condiciones de salud.
Para nosotros la salud es un proceso histórico- social de creciente bienestar físico, psíquico y ambiental, que involucra a todos los seres humanos sin distinción.
Es un proceso porque reconoce distintos momentos en la conquista de mejores condiciones de vida que permiten vivir más y mejor.
Es histórico porque la imagen de lo alcanzable, los conocimientos que la sustentan y los instrumentos con que se cuentan, se transforman con la acumulación temporal del desarrollo científico y técnico.
Es social porque pretende poner estos avances al servicio de las comunidades sin excepción, entendiendo que la salud de cualquier persona es igualmente importante y es parte central del desarrollo humano. En este sentido no aceptamos ningún tipo de discriminación por cuestiones económicas, posición social, étnica, sexual, generacional.
Las y los humanistas creemos en una visión integral del ser humano y de la vida, para aplicarlo en medicina, es necesario construir un nuevo paradigma donde lo físico, lo psíquico y lo energético se integren en una misma estructura. Un cambio de mirada y de prácticas que nos permitan unificar todos esos campos de investigación y de desarrollo en una sola forma, como partes de lo mismo. Es necesario comprender el proceso histórico-biológico-cultural que constituye la vida humana, bajo una concepción que va más allá del limitado Modelo Medico Hegemónico vigente. Necesitamos la convergencia de todas las ciencias básicas para construir este nuevo modelo de medicina integral y universal.
Las y los humanistas afirmamos que los complejos problemas económicos y tecnológicos de la sociedad actual, tendrán el enmarque adecuado para su tratamiento si ponemos por encima de todo otro interés, los recursos humanos y materiales en función de la salud y la educación.
La pandemia que transitamos ha dejado en evidencia el grado de apropiación violenta del gran capital sobre el desarrollo de los sistemas sanitarios. Utiliza la tiranía jurídica que establece patentes sobre investigaciones que se basan en el desarrollo del proceso de acumulación histórica del conocimiento que no pueden ser apropiación de unos pocos. Necesitamos democratizar el conocimiento.
Salud y educación gratuitas e integrales, tratadas por igual para todos los seres humanos deberán reemplazar como orientación general civilizatoria, al paradigma del presente dado por la riqueza y el poder. Es el camino que proponemos para cambiar la absurda dirección que impulsan las cúpulas del anti-humanismo y así poder vislumbrar la posibilidad de superar la prehistoria humana en la que por ahora vivimos.
Equipo de Coordinación Internacional
Federación de Partidos Humanistas
7 de abril, 2021.