La obra de la Paz será la Justicia

 

Cada año, el 21 de septiembre, se celebra el Día Internacional de la Paz en todo el mundo. La Asamblea General de Naciones Unidas ha declarado esta fecha, en 1981, como el día dedicado al fortalecimiento de los ideales de paz, a través de la observación de 24 horas sin  violencia y con un alto al fuego planetario.

Sin embargo, bajo la excusa de lograr la paz mundial, la justicia y la protección de las libertades colectivas se invaden y ocupan territorios de otros países, se orquestan e incentivan guerras civiles. Esto es lo que ocurre hoy en Yemen, Siria, Irak, Sudán del Sur, Somalia, Afganistán. Y  según palabras del enviado de las Naciones Unidas para Medio Oriente, la posible anexión de Cisjordania a Israel “es una creciente amenaza para la paz en la región”.

La carrera armamentista no se detiene, todo lo contrario, se utilizan sumas siderales –con las que se podría acabar con el hambre en el mundo– para producir armas cada vez más sofisticadas capaces de ocasionar exterminios masivos en segundos. Este desarrollo tecnológico acelera la presión por crear y escalar conflictos, promoviendo la guerra mediática y los nacionalismos, desarrollando condiciones de tensión política y presionando a los países a actualizar la preparación para una potencial confrontación armada, lo que genera aumentos continuos en gastos militares y en la compra y venta de armas, municiones y otros artículos militares y fortaleciendo así el nefasto negocio de la industria armamentística. 

La gran concentración de poder que se generó con la globalización agrava y restringe cada vez más la posibilidad de alcanzar una paz mundial que incluya a todos los habitantes sin distinción de nacionalidad, etnia, cultura o credo. Aunque desde el 24 de diciembre de 2014 el Tratado sobre el Comercio de Armas (ATT, por sus siglas en inglés) se convirtió en norma de derecho internacional con la aprobación anterior de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU). Al día de hoy el Tratado no ha sido ratificado por tres de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU –Estados Unidos, Rusia y China–, quienes son a su vez son los cinco principales fabricantes y comerciantes de armas. 

Este Tratado estableció por primera vez, normas mundiales sólidas para detener el flujo de armas, municiones y artículos conexos a los países cuando se sabe que se utilizarán para cometer o facilitar el genocidio, los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y las violaciones graves de los derechos humanos. Además el ATT ha sido un primer paso para poner normas de control a la industria armamentística, una industria muy lucrativa y rentable que es moralmente cuestionable con un accionar opaco y altamente corruptor.  Con el caso de Yemen y sus más de cinco años de atropellos a la población, ha demostrado que para su implementación falta mucha más presión por parte de la sociedad civil y la opinión pública internacional.

Se estima que aproximadamente medio millón de personas mueren cada año con armas de fuego; en el campo de batalla como resultado de la represión estatal y por bandas criminales. Y por cada persona que muere en un conflicto y en la violencia armada, se debe considerar las muchas más que son heridas y torturadas, abusadas, desaparecidas por la fuerza, tomadas como rehenes o a las que se les niegan sus derechos humanos por el cañón de un arma. Además hay que considerar muchos millones de personas en todo el mundo que mueren porque se les niega el acceso a la atención médica, al agua o a los alimentos, ya que están atrapados en conflictos sostenidos por el flujo de armas mal controlado. 

Desde sus inicios el Partido Humanista Internacional se ha hecho eco del sentir de los pueblos quienes quieren vivir en paz. Ya el pensador y filósofo Silo, fundador del Humanismo Universalista planteó el 18 de noviembre de 2009 durante la Cumbre de los premios Nobel de la Paz, realizada en Berlín, Alemania: 

“Bien sabemos que la situación actual es crítica en todas las latitudes y está caracterizada por la pobreza de vastas regiones, por el enfrentamiento entre culturas y por la violencia y la discriminación que contaminan la vida cotidiana de amplios sectores de la población. (...) Esta es una situación de suma complejidad. A los intereses irresponsables de las potencias nucleares y a la locura de grupos violentos con posible acceso a material nuclear de reducidas dimensiones, debemos agregar el riesgo de accidente que pudiera detonar un conflicto devastador.

Todo lo anterior no es una suma de crisis particulares, sino el cuadro que evidencia el fracaso global de un sistema cuya metodología de acción es la violencia y cuyo valor central es el dinero. Para evitar la catástrofe atómica que parece amenazar el mundo del futuro más o menos inmediato, debemos trabajar hoy mismo superando la violencia social y personal al tiempo que exigimos:

- El desarme nuclear mundial;

- el retiro inmediato de las tropas invasoras de los territorios ocupados;

- la reducción progresiva y proporcional de los armamentos de destrucción masiva;

- la firma de tratados de no agresión entre países y

- la renuncia de los gobiernos a utilizar las guerras como medio para resolver conflictos.

Lo urgente es crear conciencia por la Paz y el desarme. Pero también es necesario despertar la conciencia de la No Violencia Activa que nos permita rechazar no sólo la violencia física, sino también toda forma de violencia económica, racial, psicológica, religiosa y de género. Desde luego, aspiramos a que esta nueva sensibilidad pueda instalarse y conmover las estructuras sociales, abriendo el camino para la futura Nación Humana Universal.”

La Paz no es solo ausencia de conflictos o guerra, es una condición imprescindible para ejercer y disfrutar los derechos humanos, es un derecho humano colectivo, inalienable a la persona y que concierne a toda la humanidad, en la que corresponde como deber fundamental de todas y todos promoverla y defenderla como punto de partida para el progreso de la humanidad.

 “La obra de la Paz será la Justicia”.

Silo (1969)

Equipo de Coordinación Internacional
Partido Humanista Internacional

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