Hacia una Democracia Real

 

Las desigualdades política, económica y social son una enfermedad

Con motivo del Día Internacional de la Democracia, que hoy 15 de septiembre de 2020 se celebra, las y los humanistas del mundo hacemos un llamado a redoblar esfuerzos para construir más democracia en todo el mundo y denunciamos la regresión que esta sufre a nivel mundial por el crecimiento exponencial de la desigualdad económica.

La democracia como proceso pierde su legitimidad ética ante el aumento de la desigualdad, porque dificulta la participación de amplios sectores sociales en condiciones de vulnerabilidad que ven afectados sus derechos políticos y sus libertades civiles. La desigualdad económica produce desigualdad política.

La democracia como sistema político queda como algo meramente formal y sin espíritu ante la pérdida de los valores que la sustentan, como son la solidaridad, la igualdad y dignidad de todas las personas, el respeto al pluralismo y la diversidad, y la garantía de las libertades individuales y colectivas.

La democracia como forma de vida se ve afectada ante la pérdida de confianza de la ciudadanía, por el aumento de formas autoritarias, la corrupción y el conflicto social, donde el diálogo, la convivencia pacífica y la tolerancia para tomar acuerdos  quedan mediatizados por intereses económicos que polarizan y restringen la participación social y la libertad de conciencia. 

Por eso los humanistas aspiramos y trabajamos para construir una democracia real, que atienda todas las necesidades básicas de todas las personas y que proteja su calidad de vida y sus derechos, porque la democracia de unos pocos no es democracia.

Ya en abril de 1993 en el Documento Humanista se advierte que cuando los pilares fundamentales de la democracia, como son: la independencia entre poderes, la representatividad y el respeto a las minorías, alguno de ellos o todos fallan, se está ante una democracia  formal y no real.

La base de la democracia radica en la existencia de una sociedad civil fuerte y bien ramificada que limita al Estado y controla su funcionamiento.  El ejercicio de la democracia real comienza en la base social y es a partir de allí desde donde debe emanar el poder del pueblo. Por eso la democracia  moderna tiene un carácter formal si hay numerosas áreas de la sociedad en las que la participación en la toma de decisiones está restringida. 

Y esto sucede cuando la riqueza social está concentrada en pocas manos que ejercen una fuerte influencia en los asuntos vitales tanto nacionales como internacionales, sin que exista un sistema de contrapeso o fiscalización real de su poder económico e informativo.

En este escenario de riesgo para la democracia, debe rescatarse que los marcos de la democracia se han ampliado considerablemente a escala mundial, con la liquidación del colonialismo, la condena del racismo y del fascismo y el reconocimiento de los derechos civiles y políticos de las mujeres y numerosas minorías.

Es en la esfera de la producción donde los marcos de la democracia se han reducido, debido a los acelerados cambios tecnológicos, al tamaño y poder de las grandes corporaciones trasnacionales y a la decadencia gradual de los movimientos sindical y cooperativo que no han sabido transformarse a los nuevos tiempos. Esto se evidencia especialmente en la depredación de los recursos naturales, el cambio climático y el calentamiento global que sufre el planeta, donde numerosas prácticas extractivas dañinas al medio ambiente son realizadas en total impunidad por las insuficientes regulaciones y su alto costo ecológico no es cargado a los responsables.

Por otro lado, aunque se han reducido los marcos de la democracia a nivel comunal por la urbanización y concentración de gran parte de las poblaciones en grandes ciudades, también se ha ampliado la democracia como consecuencia del desarrollo, en tipo y número, de asociaciones, colectivos, redes y plataformas de personas unidas por intereses particulares.

Con el progreso de la sociedad informatizada y el avance de la tecnología de las comunicaciones, las posibilidades del desarrollo de la democracia aumentan aún más. La integración regional, continental y global, con el desarrollo de organismos supranacionales, ha aumentado la democracia a nivel internacional, fortaleciendo el movimiento federalista en diferentes formas. El desarrollo de organizaciones no gubernamentales a nivel internacional también ayuda a que cobren fuerza los principios democráticos.

Igualmente el desarrollo tecnológico facilita el proceso de consulta, toma de decisiones colectivas y elecciones por medios electrónicos, lo que facilita que la práctica de la representatividad pueda ser transformada, dándole mayor importancia a la consulta popular, el plebiscito, la iniciativa popular, el veto popular, la revocatoria de los mandatos y la elección directa de los candidatos.

Millones de personas contribuyen diariamente en la construcción de un mundo más justo, solidario y democrático. Los y las humanistas hacemos nuestro aporte al proceso de la democratización en todos los niveles y destacamos la necesidad del desarrollo de la democracia en la base social, contribuyendo a la generación de nuevos medios y canales de comunicación, aprovechando la virtualidad y las facilidades que dan las nuevas tecnologías. 

Las y los humanistas somos conscientes de que las democracias modernas se dirigen a un punto de inflexión en el que se tendrá que enfrentar el desfase generado por la creciente desigualdad económica, la necesidad de reformar los Estados centralizados al servicio del gran capital y las necesidades básicas de sus ciudadanos sin atención. Hay que actuar contra la desigualdad, hay que poner freno a la extrema concentración de la riqueza y del poder, hay que eliminar privilegios para garantizar en los hechos los derechos escritos formalmente.

Una nueva etapa en la que se deberá desarrollar un nuevo orden tributario internacional al servicio de la justicia social que tenga una ética recaudatoria y que considere: el derecho de las personas a ser escuchadas y a una renta básica universal incondicional; la financiación del desarrollo de servicios sociales básicos y universales; el desarrollo regenerativo de los recursos naturales; la prohibición y regulación de malas prácticas empresariales como la obsolescencia programada; la democratización del poder judicial; la reducción de la jornada laboral semanal, etc. La democracia, si es real, debe alcanzar profundamente a la economía y a la justicia.

El progreso de unos pocos termina en progreso de nadie.
No habrá progreso si no es de todos y para todos.

Silo 

Equipo de Coordinación Internacional
Partido Humanista Internacional

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